Ellos se creen unos jóvenes emprendedores pero Alberto Chicote los considera unos niños que “juegan” a los restaurantes. Así arranca “34 bar”, la hamburguesería que protagoniza la entrega de Pesadilla en la cocina que laSexta emite el próximo lunes 19 de mayo a partir de las 22.30 horas, un local cuyos tres propietarios acaban de salir de la adolescencia y que a pesar de sus buenas intenciones no son capaces asumir la responsabilidad de liderar un negocio que no es tan fácil como parece.
Además de la falta de organización y la falta de limpieza de la que se acusan unos a otros, el verdadero problema del “34 bar” es la falta de responsabilidad, el desapego a lo bien hecho y su cocina. Toda la comida, incluso la tortilla de patata, es congelada. La freidora protagoniza cada uno de sus platos. Y el cocinero no prueba absolutamente nada de lo que hace porque a él “no le gusta la fritanga”.
Alberto Chicote se enfrenta con el “34 bar” a un caso difícil. No quiere romper las esperanzas de tres jóvenes de los que depende además la familia al completo de dos de ellas pero necesita dejarles claro que tener un restaurante no es un juego de niños y que les falta mucho para poder decir con orgullo que regentan una hamburguesería de calidad.
Una madre sobreprotectora que ha idealizado a su hijo
Ubicado en el emblemático pueblo de la sierra madrileña de Cercedilla, el “34 bar” es una hamburguesería que abrieron hace poco más de un año tres socios sorprendentemente jóvenes: una pareja de novios de 25 y 26 años, y la hermana de ella, de 19. A pesar de sus buenas intenciones y de que todos tenían cierta experiencia en hostelería, ninguno ha demostrado poder asumir esa responsabilidad y hasta hoy jamás han sido conscientes de que liderar un negocio y que éste sea rentable no es tarea fácil.
Las deudas, los gritos y la deserción de los pocos clientes que un día tuvieron se está llevando por delante no sólo el negocio, que se asoma al desastre a pasos agigantados, sino también la relación de los jóvenes novios, que cada vez se sienten más lejos el uno del otro. Además, la madre de él no ayuda demasiado: ha sobreprotegido a su hijo durante años y ha hecho creer a todo el mundo que es un gran cocinero, cuando todavía es un completo inexperto entre fogones.
La falta de organización, el caos en sala y las continuas discusiones en cocina amenazan el rumbo del “34 bar” pero sin duda el gran problema de la hamburguesería es su comida. Todo, absolutamente todo es congelado. Incluso la tortilla de patata. Además, no hay ningún plato que no pase por la freidora, a pesar de que el cocinero odia la “fritanga”, y él nunca prueba la comida que ofrece a sus clientes porque no le parece de calidad. Los fuegos están tapados porque no se utilizan y usan el montacargas como almacén de comida.
Y parte de la materia prima está conservada en mal estado. Sin embargo, pese a todos estos descomunales fallos, ellos creen que con empeño se puede llevar adelante un bar o restaurante. Alberto Chicote tendrá que abrirles los ojos para que descubran todos y cada uno de sus errores y puedan enmendarlos en un tiempo récord. Si no, el “34 bar” está irremediablemente abocado al cierre.
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