Este domingo, 5 de enero a las 21:30h, ‘LAB: Tal como somos’ vuelve con cuarta y última entrega para analizar los tópicos que nos rodean. ¿Hacemos y decimos lo que los demás, aunque sepamos que es incorrecto? ¿Somos capaces de crear en nuestra mente un recuerdo falso? ¿Cómo reaccionaríamos ante una autoridad que nos dicta órdenes absurdas? Nuestro laboratorio de la televisión desvelará situaciones insólitas y respuestas sorprendentes.
Una oportunidad para comprobar qué piensan los niños sobre el mundo de los mayores, poner a prueba nuestra capacidad de atención en circunstancias cotidianas, averiguar por qué la risa es contagiosa y comprobar cómo nos portamos con los demás cuando están en un apuro. Nuestros experimentos nos reflejarán tal como somos.
Obediencia a la autoridad
El sociólogo Stanley Milgram demostró mediante un famoso experimento hasta qué punto somos capaces de obedecer a una figura que representa la autoridad cuando nos ordena acciones que incluso van en contra de nuestros valores. Además si esa figura va acompañada de uniforme, ya sea policial, bata de médico o de científico, adquiere aún más autoridad.
LAB: Tal como somos realiza la siguiente prueba: dos miembros del programa se harán pasar por inspectores de Sanidad. Se situarán a la salida de un centro comercial y, haciendo uso de su supuesta autoridad, solicitarán a los particulares que salgan con su compra que vacíen sus bolsas y enseñen sus productos. Primero se hará el experimento sin uniforme ni tarjeta identificativa. ¿Dejarán los compradores que les revisen sus alimentos o cuestionarán su autoridad? Después pondrán a los actores una bata blanca y mostrarán un elemento acreditativo. ¿Habrá diferencias?
Capacidad de atención
El cerebro humano es la herramienta más poderosa que tenemos, pero en ocasiones puede jugar malas pasadas. Las cosas no son siempre lo que parecen, olvidamos detalles y los recuerdos cambian… LAB: Tal como somos pondrá a prueba la atención y la memoria de la gente. Un redactor pedirá ayuda a los viandantes para encontrar una calle en el plano de la ciudad y tras un movimiento de distracción se cambiará por un actor con el que guarda cierto parecido físico. ¿Se percatará la gente del cambiazo? El experimento irá subiendo de dificultad y el actor terminará siendo remplazado por una persona de otra raza. ¿Cuánto tiene que cambiar el actor para que sus interlocutores se den cuenta?
Risa contagiosa
¿Cuántas veces han escuchado una carcajada y no han podido evitar reírse del mismo modo? Esto tiene explicación científica. Un equipo de neurobiólogos de la Universidad de Parma, Italia, descubrió en 1996, que las responsables de este efecto contagioso de la risa son las neuronas espejo. La risa es el más claro ejemplo de la influencia de estas neuronas en las personas. Queremos comprobarlo. Un actor se reirá a carcajadas delante de los viandantes. ¿Funcionarán sus neuronas espejo? ¿Reaccionarán igual estando solos o en grupo?
Los apuros de los demás
¿Se ha visto alguna vez en un apuro por el que ha pasado bochorno? ¿Le han advertido para sacarle del aprieto? Vamos a comprobar si ayudamos a desconocidos que están en una situación de sonrojo. Fingimos que una joven, nuestra cómplice, ha tenido un pequeño descuido y su falda ha quedado enganchada por lo que se le ve todo. ¿Se lo harán saber los desconocidos que se crucen con ella?
¿Juguetes sexistas?
El psicoanalista norteamericano Erik Erikson afirma en sus estudios sobre el desarrollo de las etapas de la juventud que, a partir de los cinco o seis años, los niños practican los futuros roles sociales mediante juegos. A partir de esta edad la influencia de padres y educadores afecta en su comportamiento y eso se traduce en sus preferencias por un tipo u otro de juguetes, según su sexo. En LAB vamos a comprobarlo. Dejamos en una sala un montón de juguetes. Entrarán pequeños de entre 2 y 3 años y veremos lo que pasa. A continuación, haremos el mismo experimento con niños de 6 y 7 años. ¿Elegirán el juguete en función de su sexo?
Adaptación al grupo
El sociólogo Solomon Asch demostró con diversos estudios en los años 50 que nuestra opinión o visión sobre las cosas puede cambiar si la mayoría piensa lo contrario. Es decir, que el individuo se autoconvence de que algo falso es cierto, con tal de comportarse como el resto del grupo. Hemos querido comprobar esta teoría. Reunimos a un grupo de cinco personas. Cuatro de ellas son nuestros ganchos y la quinta, a la que captaremos en la calle, no tendrá ni idea de que está siendo el objeto de nuestro experimento.
Les mostraremos diversas cartulinas con líneas negras pintadas. Cada miembro del grupo debe decir cuáles son las dos que tienen la misma longitud. Nuestros infiltrados escogerán siempre una opción claramente errónea. ¿Compartirá esa opinión el otro, a pesar de ver claramente que la respuesta de los demás no es correcta?
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