Nuevas entregas de «Frank de la Jungla» y «Desafío Extremo»

domingo 18 de noviembre a partir de las 22:15 horas.

Abrir la boca de una serpiente “terciopelo” -una de las más peligrosas que existen- con sus propias manos o batir el récord de vuelo en globo aerostático en el Círculo Polar Ártico a temperaturas de 44º bajo cero son algunas de las espectaculares aventuras a las que se enfrentan Frank Cuesta y Jesús Calleja en las nuevas entregas de “Frank de la Jungla” y “Desafío Extremo”, que Cuatro ofrecerá el domingo 18 de noviembre a partir de las 22:15 horas.

Mientras Frank continúa por su recorrido selvático en Costa Rica encontrándose con serpientes venenosas, ranas tóxicas y rastreando las huellas del puma y jaguar, el expedicionario Calleja viaja a Finlandia, concretamente a la región fría e inhóspita de Laponia, con el objetivo de emprender un reto que nadie ha intentado nunca: sobrevolar en globo los 80 kilómetros del lago Inari a temperaturas muy bajas.

 “Frank de la Jungla” se encuentra con una serpiente de “terciopelo” (22:15 horas)

“Si me muerde, estoy muerto porque no hay ningún hospital cerca ni llevo antídoto para combatir su veneno”, asegura Frank Cuesta mientras abre la boca de la serpiente de “terciopelo” con sus propias manos. “Tiene un veneno más potente que el de diez víboras españolas juntas. Pensad que si este bicho me muerde ésta va a ser la última toma que veáis de ‘Frank de la Jungla”.

Además de la serpiente de “terciopelo”, Frank entra en contacto con la rana blue jeans o rana de pantalones vaqueros, un animal muy tóxico si entra en contacto con el ser humano que le provoca tos y sudores abundantes.

El aventurero también se ha empeñado en ver de cerca a los dos felinos más peligrosos de Costa Rica: el puma y el jaguar. Tras recorrer una media de 20 kilómetros diarios consigue ver de cerca a los depredadores: “Es importante no darles la espalda porque si lo haces vienen por detrás y te machacan. El jaguar no mata con la boca: primero muerde y luego te desgarra con las uñas”, explica Frank a las cámaras.

El herpetólogo también es testigo del espectacular salto de una ballena jorobada en el Océano Pacífico, coge con sus propias manos un murciélago vampiro y observa de cerca una zarigüeña, una iguana gigante, un puercoespín y una plaga de hormigas rojas.

 

Vuelo en globo aerostático con temperaturas de -44ºC en Laponia, nuevo objetivo de “Desafío Extremo” (23:00 horas)

Jesús Calleja viaja hacia tierras laponas junto a su hermano Kike Calleja, el cámara Emilio Valdés y varios expertos en vuelo en globo, entre ellos Ángel Aguirre y Miquel Mesegué, con los que compartió aventura en el Amazonas en un apasionante “Desafío” donde lograron batir el récord de vuelo en globo sobre la selva. Esta vez se embarcan en una nueva aventura en la que se enfrentan a un enemigo incontrolable: el frío extremo.

El objetivo es volar en globo en la Europa más septentrional, en temporada invernal y tratar de hacerlo junto a las auroras boreales. “No se había intentado nunca. Nuestra idea era sobrevolar los 80 kilómetros del lago Inari, en la Laponia finlandesa”, asegura Jesús Calleja. Pero un problema con el que nadie contaba era con la ola polar que provocó temperaturas de hasta -40 grados en este país nórdico en el momento de la grabación. “El primer problema era que con temperaturas bajísimas el gas se licúa y no llega al quemador. ¡Se nos podía apagar en pleno vuelo! El segundo peligro era que las conducciones de goma y las juntas tóricas -piezas que sellan las conducciones de gas- se congelan y se parten como el cristal, provocando escapes. Podría provocar un incendio a bordo”, comenta el aventurero.

El lago Inari está rodeado de bosques muy tupidos, por lo que otro de los peligros a los que se enfrentan es acabar colgados de un árbol y la única opción para no terminar así la travesía es usar como pista de aterrizaje el lago, cubierto por una capa de 60 centímetros de hielo.

“Llegó el momento del aterrizaje y el viento en la superficie del lago era de 50 km/h. Miquel y un piloto finés perdieron el control de su globo, chocaron contra los árboles y el fuego del quemador prendió la tela del globo. Nosotros estábamos más preocupados de su incendio que de nuestro propio aterrizaje y perdimos la referencia del suelo porque el cielo y el lago eran igual de blancos”, narra Calleja.

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