-¿Podías imaginar que Pepa llegaría tan lejos, que aniquilaría al jefe de la Mafia?
-No esperaba otra cosa después de que mataran al amor de su vida el día de su boda. Cualquiera hubiese buscado venganza. Aunque, hasta que leí el guión, no creí que fuera a apretar el gatillo.
-Eso va a marcarla para siempre. Quiera o no, se ha convertido en una asesina.
-Ella no se considera como tal porque tenía razones. Pepa llevó la voz cantante, pero ese gatillo lo apretaron entre todos. Acabo de grabar cómo se lo confieso a mis compañeros.
-Ahora sufre chantaje: o ejecuta a quien le ordenen, o Aitor (Mario Casas) irá a la cárcel. ¿Matará por él?
-Tienen una gran relación de complicidad. Es el amigo que toda mujer desearía y no va más allá por su condición sexual. Pero se verá que es incapaz de matar si no es por la venganza de su amor. Movida por su conciencia, buscará otras vías para.
-Por cierto, que no paran de sacar fotos en las revistas de Mario Casas y tú juntos. ¡Que os quieren emparejar!
-Nos han liado 20 veces. Nos pasa como en la ficción, somos muy colegas. Muchas veces un amigo te entiende de distinta forma que una amiga, y eso lo hemos conseguido mutuamente. Me como sus rollos amorosos, le aconsejo y ya está. Si esta boquita hablara… [risas].
-Volviendo a Pepa, ¿cómo has trabajado ese sentimiento de odio y venganza?
-Se dará cuenta de que matar al Gordo no le devolvió a su mujer. Así es la vida. Por muy mal final que tenga un asesino, nadie recupera lo perdido. A mí, apretar ese gatillo me dejó tocada. ¡Soñé por la noche! Para sacar esa mala leche busco momentos de mi vida en los que lo habría hecho sin remordimientos. Una terapia mejor que la de cualquier psicólogo [risas].
-¿Qué piensas cuando te ves en la pantalla con esas caras tan poco tuyas, de tía dura y peligrosa?
-¡Que cómo puedo ser tan macarra! Yo que siempre he estado subida a un tacón y con minifalda…
-¿Te reconoces en esos gestos?
-Cuando Pepa se volvió así, recibí muchos mensajes de amigos y, sobre todo, de relaciones pasadas, que decían: “Esa cara me suena tanto… pobrecito al que le toque”.
-¿Tu hija no se asusta?
-Es muy pequeña para ver la serie [Naia tiene 3 años]. Pero sí vio una ‘promo’ con las imágenes de una pelea con Mario. Me preguntó por qué lo golpeaba, y le respondí que porque se había portado fatal. “Pues dale en el culo”, me soltó.
-Armada hasta los dientes y con el mono negro pareces Angelina Jolie…
-Soy una fantasma, mis amigos dicen que qué me creo. En breve veréis una escena en que Mario y yo apuntamos a un solo hombre con seis armas, nos faltaban manos. Nos partíamos de la risa.
-¿Te has inspirado en alguien?
-Lara Croft y Nikita son los referentes que me marcaron.
-¿Es muy complicado hacer creíbles este tipo de papeles?
-Me costó un año de gimnasio coger un poco de músculo, que las escenas de acción agotan. La metralleta pesa seis kilos, al final te tiembla el pulso y no queda bien.
-Ya te tocó montar una con los ojos vendados, en plan La teniente O’Neil…
-Los cámaras me indicaban: “¡Al revés!, ¡esa pieza a la derecha!”. Vaya día, me rompí cuatro uñas.
-¿Nunca usas dobles?
-Muy pocas veces. Para las peleas ensayamos las coreografías durante días. Y acabamos como si nos hubiera pasado un camión por encima. El día de la pelea con Mario, terminamos llenos de moratones y a tirando de ibuprofenos.
-¿Quién acabó peor de los dos?
-Yo salí más machacada, pero él se llevó una muy gorda en el ojo. Calculé mal la distancia [risas). Tampoco le viene mal.
-Un día de estos te llaman para Misión: Imposible o una de James Bond…
-¿No están buscando a la nueva Lara Croft? ¡Que vean Los pacos!
-¿Te van más las escenas de acción o los primeros planos superdramáticos?
-Soy una actriz muy teatrera, me gusta mucho ‘el momento brillitos’, como dice Juan Diego. Yo lo llamo ‘la lágrima Candy, Candy’. Me cuesta más la comedia, y eso que no puedo ser más payasa. De todas formas, Pepa no está para chistes.
-Ya les vale a los guionistas… ¡Que nos dejen disfrutar de esa sonrisa tuya tan característica!
-¡Si estoy todo el día riéndome! A veces se ve que me tiemblan los hombros del ataque de risa. A algunos compañeros los tengo que mirar a la oreja porque si miro a los ojos me meo.
-¡Vaya cachondeo en el plató!
-Y menos mal. Ayer grabé en exteriores hasta las tres de la mañana, con este frío. Las risas de madrugada no te imaginas cómo son.
-¿La trama satánica también da risa?
-¡Nos da un miedo a todos! Algunos se santiguan antes de grabar. Somos muchos andaluces, muy supersticiosos…
-Hablando de sucesos paranormales, a Paco se le aparece el fantasma de Silvia (Marian Aguilera). ¿Tú la verás?
-Se aparece para ayudar a Paco y hay un momento en que Pepa lo siente, pero no lo ve. Tipo Ghost. Ella sabe que está ahí y Paco se lo confirma. Va a haber unas lágrimas… Y sin trucos, que yo soy muy llorona. Si lloro en la serie ya no lo hago en mi casa.
-¿Sigues teniendo trato con ‘la muerta’, Marian, fuera de la ficción?
-Sí, ahora está en Barcelona. Nos seguimos llamando novia.
-Ese amor lésbico ha tenido una gran repercusión entre los fans de la serie.
-Nuestra relación se creó desde la verdad. Muchas chicas nos han contado por carta y por e-mail que les valió para dar el paso y contarlo en casa. Hasta compraron una página de publicidad en El país para pedir la resurrección de Silvia. Y mira, ha aparecido. Aunque Pepa vuelve a las andadas…
-¿Se enamorará de otra?
-Utiliza a alguien para tener cariño.
-No se irá a cambiar de acera…
-Bueno, si tú lo dices…
-¡A ver si le va a gustar Deker (Benjamín Vicuña), el forense!
-Bueno, si tú lo dices… [risas]. Somos iguales. Pepa está enamorada de Silvia, pero necesita un abrazo.
-¿El laboratorio dará juego?
-¡No lo sabes tú bien! Además, nos van a pillar in fraganti.
-¿Qué tal los nuevos?
-Se han acoplado perfectamente. Nuestros camerinos son como bares, nos vamos de cañas después de grabar… No habían visto este ambiente en ninguna otra producción. El alma máter del equipo es Neus Sanz [Rita en la ficción], que nos lía a todos. Celebramos los cumpleaños como niños pequeños, todas las semanas hay tarta.
-Cada día destacas más. ¿No empiezan a llegar otras ofertas?
-Sí, sí… llegan proyectos interesantes, pero debo esperar a coger vacaciones en la serie. Entré con un papel pequeñito, casi por casualidad. Nunca he ido a una escuela de interpretación, pero mis compañeros son grandes maestros.
-¿Tenías miedo a no dar la talla?
-Muchísimo. Antes de una secuencia con Juan Diego me entraba hasta fiebre. Pero son personas muy humildes que saben ayudarte de mil maneras. Paco me ha dado excelentes consejos.
-¿La moda es una escuela para la actuación o has partido de cero?
-La vergüenza la tenía perdida. Bueno, es que creo que nací sin vergüenza directamente.
-Tu amiga Blanca Romero se ha ido Italia a actuar. ¿Harías las maletas de nuevo, como cuando desfilabas?
-Al ser madre trabajadora, todo se complica. La hija de Blanca es mayor, la puede mover; la mía es muy pequeña. Intentaría compaginarlo lo mejor posible. No me costaría coger las maletas siempre y cuando tenga tiempo para estar con mi niña. Ella es mi prioridad.
-Martina Klein también triunfa en la tele, en El club del chiste, de Antena 3…
-La gente ni se imaginaba su vis cómica. ¡Tendríais que haber visto nuestras guerrillas de chistes! En cuanto se me ocurría algo, la llamaba: “Klein, tengo un chiste nuevo”. Siempre hemos sido las payasas de la pasarela, nos hemos dado empujones y caderazos para que la otra se cayera… En Cibeles no nos dejaban hacer la salida juntas. Éramos las dos gamberras.
-¿Cómo ves Cibeles desde la barrera?
-Encantada de la vida. Eso sí, me cuentan que por detrás echan de menos el gamberrismo.
-¿No volverás a desfilar?
-No me he bajado del todo. Por ejemplo, el desfile de la colección de Vicky Martín Berrocal lo haré siempre que me lo pida.
-¿Qué otras inquietudes tienes?
-Me encanta la fotografía. Y por favor, que me dé tiempo a acabar mi carrera de Historia, que lleva dos años aparcada con la matrícula pagada… Todavía estoy entre el primer y segundo curso.
-¡Te tienes que poner las pilas!
-Me he propuesto terminar antes de los 40 [risas]. Antes reformarán el plan de estudios 20 veces. Sigo un dicho de mi madre: “Hija mía, tú de hoy para mañana”. No tengo aspiraciones grandes ni planeo nada, acepto lo que me va viniendo agradecida y con humildad. Como con la interpretación. Soy una novata.
-Hace poco amadrinaste un acto de la Fundación Theodora. ¿Qué causas sociales te mueven?
-Todas las relacionadas con los niños. También me mueven las personas mayores. Me gusta estar cerca de ellos, sentarme con los viejecitos, con mis abuelas, con los abuelos de mis amigos, simplemente a escucharlos.
-Hablas como madre, desde una segunda etapa laboral… Tienes 28 años y has pasado mucho.
-La vida me ha hecho madurar a la fuerza. Me instalé en París con 16 años, sin hablar francés ni inglés, con un book debajo del brazo… Aprendí a moverme por el mundo sin la mano de mamá. Mirando hacia atrás, lo agradezco, no creo que haya perdido mi juventud.
-Para hacer de Pepa se necesitaban esas experiencias.
-Sí, y muy mala leche [risas]. Yo soy muy géminis: tengo un carácter encantador cuando tengo ganas, pero cuando no… ¡Que tiemble el mundo, me cojo unos rebotes! Como esta sociedad no te deja ser como Pepa, que Pepa lo haga por mí. Es un desahogo.
-Empezaste hace casi 13 años. ¿Cómo te ves dentro de otros tantos?
-Quiero pasar más tiempo en el campo, sin tantos aviones. No retirada, porque tengo un culo inquieto, pero sí más tranquila.
Entrevista: TelePrograma
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