“Mala es un adjetivo que se queda corto para describir nuestra oferta televisiva”, así revelaba Javier Pérez su opinión sobre la televisón de nuestro país hace más de un año en un artículo para el diario británico The Guardian.
Entre otras perlas como esta: “no sería justo decir que la televisión en España es solo mala, en realidad es espantosa. Los productos estrella de las cadenas son sitcoms, con patéticas interpretaciones y guiones de saldo que alimentan el gusto por la risa enlatada”. Razón no le faltaba en su momento. Con la llegada de la TDT esperábamos una explosión de canales, de variedad, de contenidos… pero al poco tiempo, además de canales, apareció en nuestras vidas una palabra nueva: basura. La televisión basura. La caja tonta pasaba a llamarse con el nuevo siglo XXI, televisión basura.
Y quién iba a pensar en conceptos tan snobs cuando en 1952 salían los primeros Teslas y Phillips al mercado, mientras unos pobres locos que empezaban a crear un nuevo mundo en Prado del Rey. La televisión que crearon por aquel entonces y que ahora se come a sí misma quedando “escacharrada” por esa palabreja.
“Crónicas Marcianas” empezó a acuñar ese nuevo concepto, que poco a poco fue a más alentado por los programas del corazón. Sí que sufrimos un desgaste durante los últimos diez años, de cantidad de producción y de la calidad de los mismos, pero si pensamos en presente vemos un cambio. El repunte en el último año debido también a la mayor competitividad y al precio que se vende el puntito de share.Recuperamos la fé y contraprogramamos series de ficción en prime time (¡¡¡en tres canales a la vez!!!). Le dimos a la tele todo aquello de la que la privamos años atrás: televisión.
Ahora sí que vemos esa oferta de canales y de contenidos (aunque asomamos la cabeza muy lentamente). «España es un mercado donde el mercado televisivo ha cambiado drásticamente en los últimos tres o cuatro años y es el primero de los grandes mercados publicitarios donde este cambio lo vemos a diario con una oferta muy amplia, variada y donde se puede apostar con una oferta en abierto», palabras textuales del director de MTV Networks, Raffaele Annechino, durante la presentación de Paramount Channel. Hombre, ni tanto ni tan poco. En sus palabras se respira parte de razón, y lo confirmamos si nos remitimos a los datos.
En abril de este año las tres cadenas generalistas perdían en su conjunto casi un punto de audiencia respecto a marzo (de un 39,1% a un 38,2%), según datos de Kantar Media. Esa audiencia ha ido a parar a las nuevas cadenas temáticas, en su mayor parte a Paramount (subía un 1,1%), a 13TV (que pasaba de un 0,8 a un 1%) y a la MTV (que se acercaba al 0,8%). A día de hoy, los mismos siguen bajando y los que recogen siguen subiendo. Siempre se ha dicho que la gente ve tele-basura porque se la ponen, no por gusto. Si pusiera otra cosa mejor, les gustaría más. Y eso hacemos ahora, migramos a otros canales, migramos a la variedad.
Ante mayores pérdidas, mayor competencia y más se rompen la cabeza para evitar la fuga de espectadores, la opción está clara: apostar por la calidad y el espectáculo “a lo grande”: formatos como “La Voz” o “Tu Cara Me Suena” suponen una fuerte inversión, ahora claramente recuperada. La recuperación de la ficción nacional (gracias también a nuevas productoras como “Bambú”), la aparición de canales específicos como La Sexta 3 o la Paramount… suponen un cambio en el paradigma del espectador televisivo en ese ya no tan nuevo concepto llamado “basura”.
A pesar del cambio en la dirección de las producciones, seguimos recibiendo la señal basura fiel a sus orígenes, lo que algunos apuntan con el mando a los viceversos, tróspidos y los ahora gandia shore. Pero ¿por qué tenemos que encontrar siempre calidad y un alto tono-cultural? Para valorar lo “bueno” es necesario conocer lo “malo”. Hace una semana el Follonero hablaba con un grande y curtido profesional, Iñaki Gabilondo. En #politicosalmando planteaba la telebasura también como “necesaria” pero cuestionaba también su grado, dosis y el límite de su calidad.
Los dandis que se llevan las manos a la cabeza con este tipo de programas deberían dejar a un lado su vitola de “cultos” y ver, como decía Antonio Sempere, que existe una hegemonía de lo que algunos ignorantes llaman “telebasura”, cuando lo que existen son buenos y malos telespectadores. Hay más telebasura en un informativo que no informa que en un reality. Nada más que añadir.
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