- El programa muestra familias que tienen al flamenco como un modo de vida y explica la importancia de la pureza del linaje a través del pedimiento y del testimonio de un “gitano invisible”
El valor de la familia y la pureza de su linaje son dos de los principios básicos de la cultura gitana. Para explicar a la audiencia cómo se aferran a ellas, el programa contará con los Maya, una de las dinastías más antiguas de España; los Motos, familia cuya vida gira alrededor de un niño prodigio del flamenco; los Merino, un matrimonio formado por una paya y un gitano o Marcos Santiago, un abogado cordobés gitano y padre de cuatro niños en la nueva entrega de “Palabra de gitano” que Cuatro emitirá el domingo 24 de febrero (21:30h.).
Los Motos y los Maya, familias que viven por y para el flamenco
Un chico de 13 años es el centro de la vida familiar de los Motos. Abraham es un niño prodigio que mantiene a sus padres y hermanos: “Tengo 13 años pero llevo cantando en fiestas y en tablaos desde los 11”, confiesa. “Nosotros llevamos dentro ese duende”, asegura. Abraham es consciente que mantiene a su familia y tiene muy claro cuál es su concepto: “la familia tiene que estar siempre unida para todo. La familia es todo. Si no vas a querer a la familia a quién vas a querer…”.
Una de las familias gitanas más antiguas de España, los Maya, abre al programa las puertas de su casa para compartir su concepto de familia, ligado desde hace siglos al barrio del Sacromonte de Granada. Y allí, un claro ejemplo de pureza de raza está encarnado en Manolete, uno de los bailaores más reconocidos del mundo, que regenta una famosa escuela de baile de flamenco. En su caso, su papel en el núcleo familiar lo tiene claro: “yo no quiero ser patriarca con mi familia, quiero ser el padre de mi familia”.
El matrimonio entre un gitano y una paya y la importancia del concepto de linaje, explicado por un “gitano invisible”
En Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) la familia Vargas muestra a las cámaras cómo celebra la comunión católica el mayor de los hijos del clan, David, a la que acuden como invitados 60 niños y 150 adultos. Por otra parte, los Giménez explican, con la celebración de un pedimiento, la importancia que tiene para ellos la unión entre clanes para perpetuar la raza.
Pero también hay gitanos que tienen un miembro payo en su familia. Es el caso de Agustín Merino, otro de los protagonistas del programa, que se casó con una paya hace 16 años: “Cuando la conocí creí que era otro rollo más, pero me cautivó y cuando me quise dar cuenta estaba enamorado de ella”, cuenta.
Además hay gitanos como Marcos Santiago, un abogado cordobés que mantiene sus costumbres más ancestrales como gitano. Sin embargo, en su comunidad son denominados “gitanos invisibles”, un concepto del que no está muy de acuerdo Marcos: “desde que me levanto hasta que me acuesto soy gitano y nunca he dejado de serlo un minuto. Si he tenido episodios de discriminación nadie me lo ha dicho a la cara”, asegura. El abogado explica la importancia que tiene el linaje para un gitano: “Da igual qué apellido tengas, pero tienes que llevar a rajatabla tus buenas costumbres, respetar a tus mayores y educar a tus hijos con mucha vergüenza. Eso es el linaje, tener mucha vergüenza”.
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