laSexta emite, el próximo martes, una nueva edición de El Jefe Infiltrado. De las reuniones de trabajo, el traje con corbata y los planes de expansión de negocio a los secadores, las mezclas para el tinte o los recogidos con estilo. Así será el cambio de Alberto Zapiaín, El Jefe infiltrado de Peluquerías Low Cost, un directivo cuya relación con las tijeras y los peinados a la última es prácticamente nula y que cambiará la oficina por la peluquería para comprobar si sus empleados cumplen los protocolos de esta joven franquicia con enormes opciones de futuro.
Bajo la coartada de ser un joven de buena familia que jamás ha trabajado y que participa en el programa de televisión “Se acabó el chollo”, Alberto se infiltrará en algunas de las peluquerías de su franquicia para comprobar cómo funcionan verdaderamente, si mantienen el espíritu de la compañía y si en alguno de los procedimientos se cometen fallos que solucionar.
El Jefe infiltrado trabajará con dos peluqueras sin pelos en la lengua para las que las normas son algo que se puede cambiar sin problemas. Compartirá jornada con un encargado de logística que sufre retrasos en las entregas, lo que amenaza la oferta de servicios de muchas de sus franquicias. Conocerá a un conflictivo peluquero con un ego por encima de sus posibilidades capaz de abandonar a una clienta cuando comienzan los problemas. Y visitará una franquicia con una decoración muy alejada de la imagen de marca que impone la compañía.
Peluquerías Low cost nació en 2011 con un mensaje claro: dar servicios y productos de calidad aptos para todos los públicos y a precios muy asequibles. En pocos años se ha convertido en una de las franquicias con mayores índices de crecimiento del país, lo que ha convertido sus sueños de expansión por toda España en una realidad. Pero para que el crecimiento sea eficaz tiene que ser controlado, razón por la que la empresa infiltra a Alberto Zapiaín, hombre clave que además fue el ideólogo de la imagen de marca de la compañía. Sin experiencia alguna en lavar, cortar o marcar, El Jefe infiltrado tendrá que ponerse en la piel de un peluquero y descubrir muchas de las dificultades que aparentemente están ocultas: horas punta de incesante trabajo, clientes exigentes a quienes puede no gustarles el resultado, dificultades de logística para que todo llegue a tiempo…
Alberto será testigo de prácticas nada ortodoxas respecto a las normas de la empresa, tendrá que morderse la lengua para no descubrir su identidad y reprender a quien no está siguiendo los protocolos y descubrirá los problemas de actitud de algunos de sus empleados. Pero su experiencia también servirá para ser consciente de los cambios que hay que hacer desde lo más alto del escalafón directivo y para conocer a empleados cuyas historias personales no dejarán de emocionar.
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