Normalmente no sabemos cómo se rueda una serie, a veces podemos ver algunas fotos del rodaje o descubrir algunos detalles a través de las curiosidades que os contamos en nuestro Twitter (@mizonatv), pero con ‘Rescatando a Sara‘ podemos enterarnos con todo lujo de detalles todo el proceso del rodaje y de su preparación, algo que a los verdaderos seguidores de las series de TV les encantará.
¿Y de qué forma puedes conocer todos estos detalles? De la mano de Manuel Ríos San Martín, el director y guionista de la miniserie, que cuenta en su web todos los datos con imágenes, curiosidades, y muchos datos más. A continuación podéis leer algunos fragmentos con temas tan variados que van desde cómo se simuló Irak en Almería hasta el proceso de selección de los actores.
Manuel Ríos San Martín: «Toda la fase de creación y de rodaje de una miniserie es muy complicada»
Toda la fase de creación y de rodaje de una miniserie es muy complicada. El resultado final tiene que tener una estética cinematográfica pero con unos presupuestos más cercanos a los de una serie de televisión. Para conseguir que sea posible hay que trabajar rápido y con una concentración máxima. No puedes equivocarte en ningún paso porque no hay tiempo de rectificar. Y esto afecta a todo el equipo. No se pueden repetir secuencias, no puedes pasarte de días de rodaje.
Durante el rodaje de #RescatandoASara fui escribiendo unos diarios donde analizo las diferentes fases de preproducción y de rodaje, contando anécdotas y explicando el motivo de las decisiones que fuimos tomando. Podéis leerlos completos. Mayo-junio 2011 (Haz clic aquí para leer los diarios completos).
Diarios de rodaje
Basado en hechos reales
Muchas de las miniseries están basadas o inspiradas en hechos reales. Rescatando a Sara es así. Se trata de una historia real sufrida por una niña española de 8 años, su madre y un periodista. BocaBoca (Veralia) adquirió los derechos del libro escrito por Javier Ángel Preciado editado por Planeta. Pero tanto al adaptarlo como en el momento de los ensayos con los actores surgió la pregunta, ¿tenemos que hacerlo tal y como fue?
En este proyecto hemos optado por pequeños cambios en la historia pero que no afectan a la esencia. Por ejemplo, en la vida real hubo dos viajes de la madre y el periodista a Kuwait para intentar entrar en Iraq, sin conseguirlo. Nosotros los hemos resumido en uno y los hemos reestructurado porque eran muy repetitivos y en ocasiones algo faltos de emoción. Lo mismo ocurre con los referentes reales, las personas que lo vivieron. Carmen Machi me preguntaba si tenía que ser como la Leticia real. Evidentemente hemos tomado cosas de lo que sabíamos de ella, pero tenemos que hacer que el personaje funcione en la ficción. Nadie conoce a la persona real y eso ayuda. No es como si interpretas a Raphael, que está en boca de todos.
En cualquier caso, intentamos que se conocieran los protagonistas de la historia para que pudieran hablar e intercambiar experiencias. Como no podía ser de otra manera quedamos en un restaurante árabe para comer. Ahí estaban Leticia Moracho y Carmen Machi, el periodista Javier Ángel Preciado y Fernando Guillén Cuervo, que es el actor que le va a representar en la pantalla; y yo. La comida fue muy agradable, yo creo que se cayeron muy bien y nos sirvió para conocer más de cerca el sufrimiento de la familia. A los postres llegó Sara, la niña de 8 años que ya tiene 13 y que es mucho más alta que la propia Carmen Machi. También pudimos hablar un rato con ella y nos alegramos de que estuviese bien integrada a su vuelta en España.
Los protagonistas en la vida real y en la ficción.
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El Casting
No es necesario decir que el reparto es fundamental en una miniserie. Carmen Machi fue mi primera opción desde el principio para interpretar a la madre que busca desesperadamente a su hija secuestrada. En el cine y en el teatro Carmen Machi ha interpretado personajes muy variados y con bastante carga dramática, pero no en la televisión. Es una oportunidad estupenda para probar otro registro. Cuando se lo propusimos, Carmen también lo vio así. Antena 3 estuvo de acuerdo. Su pareja protagonista es Fernando Guillén Cuervo; él interpreta al periodista que le ayuda en todo el proceso. Ambos tenían cierto parecido con los personajes reales aunque en este caso no era esencial ya que no ellos no son conocidos.
Pero hay otros dos personajes muy complicados en la miniserie, uno de ellos es el de Sara, la niña secuestrada. Vinieron varias niñas famosas por distintas series de tv y que lo hicieron muy bien, pero yo creía que debía ser una cara nueva. La credibilidad de la historia así nos lo pedía. Sandra Melero no había hecho nada, tan sólo figuración en una serie. Al principio no lo vi muy claro, se notaba esa falta de experiencia; hasta que llegó una escena en la que tenía que llorar. Sandra empezó a llorar de una manera absolutamente creíble que nos dejó a todos impactados. Incluso a alguna persona del equipo de casting de Carmen Utrilla se le cayó alguna lagrimita al verla. Sandra tiene una capacidad sorprendente para trabajar con sus emociones desde la verdad y, según nos dice, no sufre por ello. De hecho entre toma y toma se reía bastante. Más todavía cuando el director, o sea yo, me caí de la silla dando una absurda voltereta hacia atrás. Pasó del llanto a la risa y de nuevo al llanto en la siguiente toma. El otro personaje esencial es el padre, interpretado por Abdelatif Hwidar.
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Un convoy americano en el desierto
Por regla general, todas las miniseries tienen un presupuesto muy similar independientemente de que la acción trascurra en Madrid en la época actual, en Iraq, en los años 60 o en Afganistán. Esto condiciona mucho las producciones y nos obliga a ser realmente imaginativos.
A veces los guionistas no somos conscientes de lo que podemos desencadenar; tú puedes escribir tranquilamente «un convoy americano se cruza en el desierto con el taxi que lleva a nuestros protagonistas». Una línea, muy fácil. Pero alguien tiene que encontrar un desierto, un convoy militar y juntarlos en el tiempo y en el espacio por un precio razonable en el día convenido.
Al próximo que me diga que España es un desierto dejo de dirigirle la palabra. ¡España está verde en primavera, Andalucía está verde, Almería está verde! No sé si será por el cambio climático, la casualidad, o es que yo siempre acostumbro a bajar al sur en verano. Sí, hay algún desierto, pero no es llano, no es de arena ni se parece en nada a Iraq. Todavía Afganistán podría ser, más montañoso… Llegó un punto en la preproducción de #RescatandoASara en la que empezamos a valorar opciones diferentes como la de hacer el desierto con efectos digitales, marcharnos a Fuerteventura, Marruecos… hasta que encontramos el centro de pruebas de neumáticos Michelín situado en Almería. Nos hablaron del sitio y Jaime Polo consiguió que nos recibieran. Nada de móviles con cámara al entrar, todo de lo más misterioso. Por lo visto allí se hacen pruebas de prototipos de coches y de neumáticos y está muy perseguido el intentar fotografiarlos. Pero nos recibieron fenomenal, muy amables y nos enseñaron las más de 40 pistas que tienen, unas de tierra, otras de asfalto, de piedra… Impresionante.
Elegimos la pista 1; una sorprendente pista de arcilla de 11 kilómetros, muy lisa, bastante similar al desierto de Iraq. Por fin ya teníamos nuestro desierto, ahora sólo quedaba el convoy militar. Que no es poco. Nacho Simón, nuestro director de Producción, se puso al habla con el Ejército español y encontró una buena predisposición a colaborar con nosotros. Teníamos que traer desde Córdoba el convoy compuesto por 2 camiones, un par de jeeps y un RG 31 del que sólo hay en este momento 4 en España. Por fin conseguimos la autorización del Ejército de Tierra y a día de hoy, semana -3, todo está preparado para que en los últimos días de rodaje sea posible el cruce en el desierto de «un convoy americano con el taxi que lleva a nuestros protagonistas».
El resultado final.
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Con el carrito en el aeropuerto
La gente que hace cine o ficción para televisión es diferente. Frente a la imagen que damos de vagos subvencionados, la realidad es completamente distinta. Detrás de algunos actores famosos y, más o menos, polémicos, hay un colectivo absolutamente vocacional que trabaja una cantidad tremenda de horas a la semana de manera incansable y con una calidad más que probada. Sin grandes medios, sin grandes presupuestos, agobiados por planes de trabajo apretadísimos, sin detenerse por la lluvia, la nieve, los equipos que hacen ficción en este país trabajan a un ritmo sorprendente, con una intensidad enorme y con un resultado cada día mejor.
Como director, yo estoy especialmente agradecido a estos equipos que se dejan la piel por la calidad final del producto, para que el director “se lleve” a montaje todos los planos que necesita y para que estos tengan la brillantez necesaria. Abajo, imágenes del rodaje de Rescatando a Sara, casi la una de la madrugada en Barajas. Tras muchas horas de un día muy cansado tocaba hacer carreras por los pasillos. Chiqui Palma, el cámara, subido a un carrito; Juanma, su ayudante, le empuja; Emilio, el de sonido, corre detrás con la pértiga; Emiliano, con una pantalla de luz corre también para iluminar el plano; el dire de foto, el director… todos al lado de la cámara. Y, por supuesto, las actrices, especialmente Carmen Machi, después de llevar más de 12 horas desde su recogida en casa tuvo que correr de arriba abajo todo el aeropuerto con unos “pedazo de tacones” y teniendo cuidado de “no desenfocarse”.
Y encima lo pasamos bien esa noche… Ya digo, gente diferente.
El plano: cómo quedó y cómo se hizo.
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¿Me oyes? Te oyo
Pero si a priori había un día imposible en el plan de rodaje, ese era el del desierto. Michelín tiene unas pistas de pruebas de neumáticos en Almería de más de 40 circuitos de diferentes superficies. A nosotros nos interesaban las pistas de arcilla, semejaban las carreteras del desierto de Iraq de manera sorprendente, algo imposible de encontrar en España. Fue difícil conseguir la autorización para rodar en ellas, pero al final se obtuvo el permiso.
Impactaba ver los dos convoy con lo que cruzábamos ese desierto; por un lado nuestros camiones y, por otro, los vehículos militares del ejército español que había que camuflar de ejército americano. Por momentos parecíamos la gran superproducción que no somos, pero debo de decir que dábamos el pego. O, a lo mejor, fuimos una superproducción por un día; si no por los medios, sí por el entusiasmo y la profesionalidad del equipo.
Era una jornada muy difícil; acción, coches, tanquetas, distancias alejadas, un par de camellos, un helicóptero teledirigido de última generación… muchas cosas con un tiempo escaso. Y fue agotador, con bastante figuración árabe que no entendía bien el castellano, aunque ellos decían que sí. Pablo Ruiz de Alarcón, nuestro primer ayudante de dirección, intentaba dar instrucciones por walkie a todo el mundo: por una parte al convoy militar “americano” formado por legionarios españoles, en todo momento muy colaboradores; por otro, al coche de Fernando Guillén Cuervo y Carmen Machi; Fernando llevaba el walkie en ristre y era el más emocionado de todos con las secuencias de acción, venga a echarse sudor en la cara y hablando sin parar con Pablo por el walkie; y por último, el coche con figuración árabe que no hacía caso de las instrucciones. Pablo, ya desesperado, les gritaba, “¿Me oyes, me oyes?…” y desde el coche contestaban… “Te oyo, te oyo…”.
Ese día terminamos agotados, sucios, pero con el plan de rodaje cumplido. Dimos buena cuenta del helicóptero, los camellos, el convoy de tanquetas y camiones, las pick ups militares, la figuración… todos y cada uno se llevaron a casa los planos que se merecían. Y el desierto quedó precioso.
Una vez más, gracias al equipo técnico y artístico de Rescatando a Sara que puso toda su ilusión en un día tan peculiar como complicado.
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No, al combo, no
En el diario de rodaje ha faltado durante muchos meses una entrada: la del último día. Hasta hoy no la había escrito porque no quería que marcara el recuerdo. Una situación difícil no puede enturbiar un rodaje tan emocionante e intenso como fue el de #RescatandoASara.
Pasamos una semana en Almería. Desde el inicio, la situación fue incómoda. Teníamos que montar un mercado con más de cien figurantes y la selección fue espinosa, porque los vecinos del distrito no entendían por qué no se daba trabajo a españoles. Pero la fisonomía de los figurantes debía ser árabe; aquello era Basora. Al final, la secuencia quedó muy bien, aunque nos costó controlar a la gente. En más de una ocasión, nuestra directora de arte, Juana Mula, tuvo que evitar que los niños nos robasen los melones de atrezzo. Cuando ya estábamos terminando la jornada, detuvo a dos chavales que corrían con la fruta: «¿Habéis pedido permiso para llevaros eso?». «No». Le contestaron, dejándolos en el suelo acobardados. Al verlos, Juana les propuso con una mirada cómplice: «Si pedís permiso os los podéis llevar». Y se los llevaron, claro.
Pero la cosa no pasó a mayores hasta que el último día en el que llegamos a una zona de El Puche, una barriada conflictiva, de venta de droga. Pero resultaba perfecta para lo que buscábamos: casas bajas y blancas con aspecto de ciudad iraquí, techos planos, callejones…
Todo iba más o menos bien… Hasta que anocheció.
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