Servir cervezas, sacar pinchos al grito de “calentito”, contar palillos, atender a los clientes, promocionar una taberna a pie de calle, ejercer por primera vez de ayudante de cocina, montar una terraza… Estos serán algunos de los trabajos a los que, de forma anónima y como «El jefe infiltrado», tendrá que enfrentarse una de las más altas directivas de la cadena de tabernas Lizarrán, Elvira Durán, Directora General de Operaciones de este gigante del tapeo y supuesta participante de un reality show sobre personas que comienzan una nueva vida.
Jueves en laSexta, a partir de las 22.30 h, Elvira dejará atrás unos días su vida de ejecutiva por el mandil y los fogones y se camuflará entre cañas, vinos, palillos y tapas con el fin de conocer de primera mano el día a día del trabajo en los restaurantes de la compañía, detectar posibles fallos y descubrir si se le está sacando el máximo rendimiento a sus franquicias.
La tensión en uno de sus trabajos la llevará a abandonar, desbordada por las circunstancias y por la falta de apoyo de sus veteranas compañeras. Además, Elvira se derrumbará hasta las lágrimas en una de las revelaciones al descubrirse como La Jefa Infiltrada.
Para pasar desapercibida y hacer creíble la coartada del programa, Elvira tendrá que transformarse físicamente y asumir una personalidad que no le resultará nada sencilla. A lo largo de la experiencia, “La jefa infiltrada” conocerá los secretos de la cocina y la atención al cliente de sus tabernas, acusará cierto desorden en la formación de nuevos empleados e incluso se topará con un impertinente encargado que le hará pasar los momentos más tensos e incómodos del experimento.
Una torpe aprendiz en problemas
Elvira Durán quiere confirmar que el espíritu del negocio de las tabernas Lizarrán se mantiene en todas las franquicias, aquel que ve la comida como una fiesta y así lo celebra en cada pedido, cada bebida y cada momento. Y también descubrir la cara más oscura de su negocio. La Jefa Infiltrada no tardará en encontrarla.
Para su primer trabajo Elvira se colocará el delantal de camarera y será testigo de que poner cañas y pinchos, atender las peticiones especiales de todos los clientes y hacerlo siempre con una sonrisa no resulta sencillo. Y descubrirá uno de los puntos débiles de algunos de sus empleados: la falta de conocimiento de idiomas en los restaurantes más turísticos. Acudirá también a uno de sus restaurantes inmersos en un proyecto de inserción de jóvenes con problemas de exclusión social, donde conocerá a alguno de los empleados más entrañables de su compañía.
Sin embargo, no todos serán buenos descubrimientos. Uno de sus empleos más duros lo vivirá en la cocina de Lizarrán. Acompañada por varias veteranas cocineras, sufrirá la presión de sus compañeras, su falta de tacto continuo y el problema de formación que existe entre algunos de sus fogones. La tensión ante la excesiva exigencia de las cocineras, la numerosa oferta del local, la urgencia de los pedidos, el vacío de sus compañeras y los errores lógicos del aprendizaje harán que Elvira se sienta tan desbordada que termine por abandonar en mitad de un servicio de una manera brusca, tensa y bastante desagradable.
Pero las experiencias difíciles no terminarán en la cocina. Elvira Durán conocerá en una de sus tabernas a un impertinente encargado incapaz de motivar a su nueva empleada y de enseñarle el oficio de una forma amable y paciente. Tras varios encontronazos, y duros momentos de tensión, la Jefa Infiltrada tendrá que tomar una inesperada decisión. Además, durante las revelaciones, Elvira se derrumbará hasta las lágrimas al descubrirse con la jefa infiltrada y tener que valorar el trabajo de alguno de sus empleados.
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