“Cada una de las zonas que hemos visitado nos ha puesto al equipo entero la piel de gallina por mil motivos diferentes y cuando vuelves te acuerdas de los españoles a los que has entrevistado y te asombras por ese valor, esa capacidad de adaptarse a esos lugares tan hostiles… Porque les he visto felices”. Así resume la periodista Elena Ortega su experiencia al frente de “Qué hago yo aquí”, nuevo programa de reportajes que Cuatro estrenará el próximo domingo 7 de abril (21:30 h).
Producido por la cadena en colaboración con Mandarina Producciones, “¿Qué hago yo aquí?” viaja a lugares del mundo marcados por la dureza de sus condiciones de vida: un clima extremo poco soportable; un alto nivel de inseguridad ciudadana que convierte una salida a la calle en una acción de alto riesgo; o una tasa de contaminación que roza los límites de la salubridad.
Es el caso de Chernóbil, uno de los destinos abordados en el programa, cuyo porcentaje de nivel de radiación alcanza en la actualidad el 24%. Lugares, en definitiva, con los que nadie sueña en irse de vacaciones y que, sin embargo, un grupo de españoles han convertido en su hogar. Conoceremos su día a día en un entorno marcado por las complicaciones y entenderemos qué es lo que les impulsa a vivir allí.
“Qué hago yo aquí” visita algunos de estos enclaves para conocer a personas que han decidido instalarse en ellos para cumplir un sueño, por un reto profesional o por amor. “Son las zonas más incómodas del planeta y por imposible que parezca han sido elegidas como hogar por algunos de nuestros compatriotas. Y eso es lo que va a mostrar el programa: qué les une a ellas y por qué deciden seguir allí a pesar de las dificultades. Todos nuestros protagonistas luchan por su supervivencia diariamente en estas ciudades, pero vamos a sorprendernos con la capacidad de adaptación que todos podemos tener”, explica Elena Ortega. El programa, además, mostrará la cultura de países fuera de los circuitos turísticos habituales
“Qué hago yo aquí” recorrerá enclaves inhóspitos como el desierto de Atacama (Chile), la estepa siberiana o el Cinturón de Fuego del Pacífico, zonas de invierno nuclear como Chernóbil y lugares caracterizados por un clima de violencia extrema, entre ellos, Ciudad Juárez o ciertos parajes de la selva amazónica. En todos ellos, los protagonistas del programa desvelan la razón que les impulsa a vivir allí. “Es impresionante que haya españoles que arriesguen sus propias vidas por buscar un sueño o por ayudar a los demás o simplemente por seguir una vocación”, afirma a este respecto la presentadora, que también se verá obligada a adaptarse al peculiar día a día de estos destinos.
A través de este nuevo espacio, los espectadores conocerán a personas como Raúl, un español que trabaja como cimentador en Chernóbil. Allí se encarga de la construcción del nuevo sarcófago de la central nuclear, una tarea para la que necesita llevar constantemente el dosímetro que le avisa de la radiación que acumula su cuerpo hasta el límite permitido. En el desierto de Atacama, la región más árida del planeta, Elena Ortega entablará relación con Carmen, una empresaria de la construcción de 60 años que abandonó hace años su Asturias natal para vivir entre la contaminación de las minas de cobre y a una altitud difícilmente soportable.
Junto a condiciones físicas de extrema dificultad, otras zonas del mundo se ven asoladas por un tipo de violencia desencadenada por intereses económicos. Es el caso de Ciudad Juárez, declarado el lugar más violento del planeta (exceptuando las zonas de guerra), donde las matanzas a mujeres, los cárteles de la droga y los asesinatos son parte de la rutina de José Antonio, un empresario hostelero cuyo principal objetivo es velar por la seguridad de su familia, que ya ha sido víctima de la violencia de la ciudad. Tras el secuestro de su hijo, José Antonio cambia todos los días de ruta para evitar nuevos asaltos. Por su parte, en un aislado punto de la selva amazónica reside Pepe, un biólogo de 54 años que desde hace años vive bajo las amenazas de grandes entramados empresariales que pretenden deforestar una de las selvas más exuberantes y peligrosas del mundo. De hecho, este leonés sufre leishmaniasis, una enfermedad transmitida por ciertos insectos que le obliga a llevar un potente antídoto allá donde vaya.
Por último, en Indonesia, dentro del llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, un vasto corredor caracterizado por concentrar algunas de las áreas de subducción volcánica más activas del planeta, se ha instalado Cristóbal, superviviente del tsunami de 2004, una tragedia que podría volver a repetirse a causa de los continuos terremotos y erupciones de la zona. Cristóbal vive en permanente estado de alerta y se mantiene continuamente informado gracias a las nuevas tecnologías sobre la posibilidad de nuevos tsunamis, un riesgo con el que encara su jornada diaria.
Siberia, primer destino del programa
En su primera entrega, “Qué hago yo aquí” viaja hasta el corazón de Siberia, uno de los lugares más fríos del planeta. En esta zona se han llegado a alcanzar los 71 grados bajo cero, la temperatura más baja medida en un lugar habitado. Siberia ocupa el 76% de la superficie de Rusia y tiene una densidad de población de tan sólo 3 habitantes por kilómetro cuadrado. Las extremas temperaturas que se soportan en invierno convierten a este lugar en uno de los más inhóspitos de La Tierra, lo que deteriora la calidad de vida de sus habitantes. “La población cae fácilmente en el alcoholismo porque para ellos el alcohol es la forma más fácil de entrar en calor. Mientras un kilo de tomates cuesta tres euros, una botella de vodka no llega al euro”, explica Elena Ortega.
Con ella y de la mano de un grupo de españoles los espectadores conocerán las dificultades que se encuentran en su rutina diaria y las razones por las que decidieron instalarse en la estepa rusa.
Juan y Cecilia son una pareja que hace unos años abandonó España cambiando el clima mediterráneo por unas temperaturas de hasta -40ºC, circunstancia que no les impide ser felices con sus siete hijos, pese a la incertidumbre de no saber qué puede depararles un largo día de invierno siberiano, jornadas en los que actividades básicas como ir al colegio, se convierten en una misión imposible. Sin embargo, la familia ha conseguido adaptarse. “Hasta con -25º los niños salen al patio del colegio”, cuenta Juan, quien sufre en primera persona la dureza del clima. “No se puede dormir de un tirón ni una sola noche. El coche tiene un ordenador que te avisa cuando la temperatura baja de -20º y tienes que salir a la calle a conectar el vehículo para que no se congele el combustible. En carretera me he encontrado en la cuneta gente muerta. A algunas personas han tenido que cortarles alguna extremidad por congelación”, explica este catalán que trabaja como conductor en Barnaul.
Por su parte, Ricardo es un periodista aragonés que lleva cinco años trabajando en Siberia. En el tiempo que lleva allí ya sabe lo que es estar perdido en la nieve y sufrir congelaciones, por lo que ya ha aprendido a adaptar su trabajo al frío extremo.
Paula, otra de las protagonistas de la primera entrega del programa, dejó su Alicante natal para trabajar como profesora de español en la Universidad de Krasnoyarsk y confiesa que le cuesta adaptarse a su nuevo destino. Cada día en Siberia supone para ella un reto de superación.
Por último, Sandra es una investigadora de minorías étnicas que por su trabajo se ve obligada a pasar largas temporadas en las zonas más remotas de Siberia. Convive con los pueblos indígenas de la región y ha aprendido todas sus costumbres, un modo de vida marcado por las inclemencias meteorológicas.
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