Hola a todo el mundo, es la primera vez que escribo para Mi Zona tv, soy Magik de Epic-Us y me gustaría darle las gracias a Antow por la oportunidad. Estuvimos hablando para hacer una colaboración y al final se nos ocurrió el hacer una crónica de la comedia del año, esa versión extendida de Celebrities de Muchachada Nui… Efectivamente, estoy hablando de la miniserie Felipe y Letizia.
Este cuento de hadas moderno (que se note la ironía, xD) comienza con nuestro amado héroe, el príncipe Felipe… Pero no el de La bella durmiente, que ese mola, sino el españolito. Bueno, Felipe está triste porque sus señores padres le han obligado a dejar a la novia modelo que tuvo (no me acuerdo del nombre, perdón), pero, no problem, porque armado con su bata y un bote de helado (vaaaale… eso no se ve, pero todos sabemos que lo hizo, xD) se engancha al noticiario de La 1 donde nuestra súper heroína, Letizia, trabaja.
A todo esto resaltar lo sumamente impresionante que es la primera vez que aparecen los reyes en pantalla: ella con esa pinta de bruja más el inquietante acento que tiene y él… Es que él parecía Joaquín Reyes y cía haciendo de «guey», vamos. Tengo la teoría de que el Puigcorbe (¿qué he tenido que consultar en Wikipedia cómo escribir el apellido? Uh… Nooo, para nada… Se me dan fatal los nombres, ¿vale? xDD) se debió pensar que participaba en un programa de humor o algo porque tela, ¿eh?
Bueno, la cosa es que a Leti le va bien en el trabajo y se va a vivir a Madrid y todo muy bonito, pero… (Imaginad voz grave de trailer) Lo que Leti no sabe es… Que la están observando. Sí, siguen sus pasos, consultan su nombre en Google… Y es que el principito Felipín se debe tomar muy en serio aquella canción de The police porque, vamos, la tiene súper controlada, ¿eh?
Un buen día, el jefe de Leti prácticamente la arrastra a una cena donde, ¡sorpresa!, se encuentra ahí… ¡Bingo! ¡El príncipe Felipín! Éste aprovecha para tirar la caña a lo bestia (o como Miki y yo decimos a lo Madelman, xD) y Leti cae. Entonces comienza un romance épico, dramático, de estos que, según palabras del grandísimo Logan Echolls, implican vidas arruinadas y derramamiento de sangre… Ah, que no… Que eso es lo que pretenden, pero no lo que logran porque, no nos engañemos, el resultado es una mezcla mortal entre una telenovela y una novela de Danielle Steel (con todos mis respetos a sus fans).
Mientras los tórtolos empiezan a mantener encuentros «fortuitos» (ahora es cuando toca decir: ¡ja, los cojones! porque todos sabemos que el psico-principito va siguiendo a Leti a lo acosador), la reina-Paredes empieza a mosquearse con el tema. El rey, que de campechano nada, sino todo lo contrario porque que borde el tío, pasa de su mujer a lo bestia, por lo que la reina-Paredes recurre a su empleado de confianza… ¡El señor Cuesta! Oh, señor Cuesta, que bajo ha caído… ¡Presidente, dimisión! xDDD.
El señor Cuesta sabe usar el Google y también imprimir, así que saca todo un expediente de Leti para la reina, quien se escandaliza porque estuvo casada. Yo me escandalizaría más si hubiera sido otra Leti, como la Sabater, por ejemplo. Dios, mi hijo me dice que se casa con la Sabater y muero del susto, xD.
A todo esto, ¿soy la única que cree que el príncipe es un psicópata de mucho cuidado? Porque, vamos a ver: ve a alguien que le mola por la tele y, vale, es afortunado y puede conocerla (a día de hoy lo más cerca que he estado de mi amado Raúl Fernández es en sueños, xD. Mierda… ¿Por qué no seré princesa?), pero antes la hace investigar. Después, se dedica a encontrarse con ella y a decirle con cara de gazpachuelo cortado y tono dramático de concursante de OT cantando una balada: esto es el destino, estamos destinados a estar juntos, bla bla.
Leti no sabe muy bien a qué carta quedarse (se me ocurren demasiados chistes malos con la frase que me ha salido, así que me quedaré calladita… Para no asustaros y eso 😉 xD) y su amiga (que si mi memoria de friki adicta a cualquier tipo de serie no falla era una de las protas de la malísima 20 tantos) la anima a zumbarse al príncipe básicamente.
Llega Navidad y con ella una cena de amiguetes de Leti, donde le tocan el tema de los novietes y tal. Leti que es muy digna se pira a la terraza para no aguantar la insorportable levedad del ser, es decir, a sus amigos en plan marujeo y a la de 20 tantos en plan bocazas. Ésta se reúne con Leti en la terraza y se ponen en plan intercambio psíquico. Después se van a una discoteca pija de copas y se encuentran al príncipe que está rodeado de amiguitas. Aquí ejercen de amantes de Teruel (tonta ella, tonto él) y ambos se ponen celosos cuales perras. Oh, el drama. Tengo un nudo en el estómago…
Ay, no, es todo tan absurdo que sigo riéndome como si fuera idiota.
Leti sigue teniendo dudas, así que lo habla con su hermana (que es la chica que hacía de prostituta en FoQ), que no está muy convencida del tema, pero entonces aparece la abuela y suelta la típica moralina de: no dejes de soñar, yo sigo haciéndolo a pesar de mi edad. En mi imaginación la buena mujer sueña con Arturo Fernández llamándola chatina y esas cosas, xD.
Bueno, bueno, no nos olvidemos que esto es «un cuento de hadas contemporáneo» (seh, como estoy coja y, por tanto, en reposo, todas las tardes veo Crossing Jordan en Factoría de ficción y siempre, siempre, me ponen el anuncio de la novela basada en esta miniserie y ya estoy obsesionada con la frasecita, xD), así que el príncipe, para disculparse, le envía unos pendientes de brillantes. Vale, desde aquí digo: que ya no me digan más «lo siento», que me regalen lo que sea que si hace falta lo empeño, xDD. Leti se emociona (jarl, yo también, dineeeerooo *0*) y se los pone, lo que nos lleva a la mejor escena de todas… Vamos, yo me meaba, y es que ver al príncipe en chándal frente al televisor y celebrando que su churri lleve sus pendientes como acabara de ver a Iniesta marcando el gol que nos hizo ganar el mundial es tronchante cuánto menos.
Después, van a cenar y, claro, ya no es que la invite al McDonald como en el anuncio, sino que están solos en el restaurante. Qué nivel, madre. Leti se queda impresionada y al final cae, así que empiezan la relación, pero… Oh, más problemas: la mandan a Irak y es entonces cuando el psico-príncipe digievoluciona a cromagnon-príncipe y le falta agarrar a Leti de los pelos y soltarle: hunga hunga, Leti mía, Leti quedarse en cueva, Leti cocinar diplodocus; porque, vamos, como se pone el señorito, palabras más o menos textuales: «Haré lo que haga falta para que no vayas». Venga ya, déjala en paz, pesao, que no eres su dueño ni nada.
Al final, Leti se va a Irak y, mientras, a Felipe se le hace el culo mirinda porque ella es franca y directa y discuten… Sic. Un mono borracho con una Olivetti vieja escribiría mejor que estos señores. La escena es tan patética que no se me ocurre nada que decir. Aunque, eh, dato curioso, Undargarin está interpretado por el que hacía de gay en 20 tantos (¿he comentado ya que tengo una memoria prodigiosa para estas polladas, pero luego soy incapaz de recordar otras que me vendrían mejor? xD). Total, que me empiezo a replantear si los del cásting han tenido muy mala leche y han metido hostias sibilinamente… o.o Tururu… xD.
De vuelta en Madrid, Leti pide el traslado porque no le apetece estar ahí, pero su jefe le dice que nanay y que sabe que está con Felipín. Por eso, a Leti le entra una paja mental y coge un coche para ir a verle y soltarle en plan melodramático (vamos, que ni Bustamante cantando la de los dos hombres con un mismo destino): «Me estoy enamorando demasiado». Va en honor a Miki, que la frase le había calado hondo… Vamos, que nos descojonábamos vivas con la misma, xD. La cosa es que Leti dice que se está enamorando demasiado (ainss, xD) y que la relación no va a ningún sitio y patatín, patatán y se pira.
¿Y qué hace Felipe? ¿Dejarle tiempo para pensar? ¿Intentar entenderla? ¡No! ¿Cómo? Si el tío además de moñas, cavernícola y un poco psicópata, también es un cansino. Vamos, menuda joyita. Felipe se presenta en casa de Leti justo cuando ella tiene una cena con las amigas, las conquista a todas y acaban los dos en el jardín contemplando las estrellas. Y es entonces cuando… Tachán, tachán… Le pide matrimonio. Oh, aplaudamos y entonemos el aleluya, mientras cae confeti y palomas blancas salen volando. Ah, no, en su lugar estoy por emular a Tomás Blanco cuando hace el minutado de OT o GH e irme a tomar un whisky… Mierda, que debo moverme lo menos posible por el esguince, ¡cachis! xD.
Y llegamos al clímax de este primer capítulo cuando Felipe prácticamente obliga a su prometida y sus padres a cenar juntos, lo que no hace gracia a nadie en general. Leti está nerviosa, sintiéndose muy presionada, mientras que los reyes no están por la labor de convertirla en la princesa. Destacar la escena en la que la pareja del año va en coche y se nota tantísimo el croma que más parecía un sketch de Sé lo que hicisteis… Bueno, no, que en Sé lo que hicisteis son ingeniosos y esto… Creo que ha quedado claro que no, xD.
Los reyes vuelven a inquietarme porque Juanjo Puigcorbe sigue pareciendo que está en Nochevieja con unas cuantas copas de más e imitando al rey como si fuera gracioso sin que lo sea; también porque Marisa Paredes es inquietante en sí misma y, además, se pone en plan chunga (o madre de dorama coreano, xD) y asusta a Leti diciéndole que su divorcio le pasará factura y bla bla.
Y hasta aquí llega el primer episodio, pero, eh, que no cunda el pánico que todavía nos queda el desenlace. ¿Logrará superar la cutrez de este episodio? ¿Pondrá a Urdaci bailando el Sex bomb? ¿Veremos algo más de Marichalar además de su ropa estrambótica? ¿Aparecerá Jaime Peñafiel intentando A) matar a Leti, B) seducir a Felipe, C) intentando ser princesa? ¿Podré escribir la segunda entrega o estaré en chirona?
En la próxima entrega lo sabremos 😉 … Espero… xD.
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