¿Una anomalía? ¿El tercer género? Con estas preguntas como punto de partida arranca ‘Entre dos sexos’, segundo reportaje de ‘Conexión Samanta’ que Cuatro estrenará este viernes en prime time (22:30h).
Tras varios meses de investigación, ‘Entre dos sexos’ muestra por primera vez en televisión cómo viven los afectados de intersexualidad, una condición física por la que algunos hombres y mujeres tienen al mismo tiempo características genéticas y fenotípicas propias de varones y hembras en grado variable. Desde el punto de vista social, la intersexualidad es un asunto complejo. La sociedad actual distingue entre diferentes opciones sexuales (heterosexuales, homosexuales y bisexuales), pero ¿qué ocurre con las personas que tienen una fisiología distinta a su género “oficial”?
De la mano de Gabriel, Mario y Luz, los espectadores de ‘Conexión Samanta’ conocerán la realidad de este colectivo e intentará dar respuesta a estas preguntas. En algunos casos, el programa ha sido testigo de cómo todavía a día de hoy, el miedo al estigma impide que los afectados puedan normalizar su condición. “La intersexualidad es un tema tabú tremendo y muchos afectados tienen ganas de vivir su situación con libertad. El armario de la intersexualidad tenemos que abrirlo entre todos”, afirma la presentadora sobre el contenido del especial.
Especialistas y afectados comparten su experiencia con Samanta Villar
‘Conexión Samanta’ ha sido testigo del debate que la comunidad científica mantiene sobre la intersexualidad. Los médicos no se ponen de acuerdo sobre las dudas que esta condición plantea en el plano legal. ¿Por qué se obliga a hacer explícito en documentos oficiales el sexo de una persona? ¿Merecen las personas intersexuales una categoría específica? ¿O sería más conveniente eliminar cualquier referencia a la condición anatómica y admitir que la realidad supera el dualismo hombre-mujer? Estas son algunas de las preguntas aún sin respuesta que el reportaje de ‘Conexión Samanta’ contribuye a esclarecer.
Los hombres intersexuales presentan genitales ambiguos al nacer. Un micropene y la ausencia aparente de testículos, a menudo alojados internamente en las ingles, se confunden con una vagina hiperdesarrollada. Hace tres décadas estas personas eran designada niñas y tratadas como tal en su infancia hasta que su propia naturaleza masculina estallaba en la pubertad.
Las mujeres intersexuales son todavía más reacias a exponer su situación. La intersexualidad femenina tiene varias representaciones como, entre otras, el síndrome de Morris o la Hiperplasia Suprarrenal Congénita, pero la mayoría de las afectadas guardan en secreto su condición. Algunas son mujeres con cromosomas masculinos, algo que no descubren hasta la adolescencia, cuando no tienen la menstruación. Paradójicamente, muchas de ellas acaban escondiendo esta realidad bajo una apariencia híper femenina.
‘Entre dos sexos’ reflexiona también las personas intergénero, un colectivo que, pese a tener muy definida su sexualidad anatómica, no se sienten ni hombres ni mujeres. Es el caso de Julita, otra de las protagonistas del programa y claro exponente de que la realidad de las personas supera la clásica clasificación binaria entre varones y hembras.
Los protagonistas
Mario creció y vivió como Mª José hasta los catorce años. Nació con órganos genitales ambiguos y a pesar de las dudas los médicos decidieron que era una chica. Mario tuvo una infancia como cualquier otra niña, a pesar de las burlas de los compañeros. Como en muchos otros casos, sentía que había algo que la hacía diferente, pero todavía no había ningún indicio de su auténtica naturaleza. A los catorce años, en un viaje de fin de estudios, decidió que era un chico y que desde ese momento se llamaría Mario. Ahora, a sus treinta años y después de varias operaciones que le han convertido en el hombre que siempre se ha sentido, puede ver las fotografías de su infancia y aceptar por todo lo que pasó. María, su novia, supo desde el primer momento lo que su pareja pasó para llegar hasta esa nueva vida. Ahora esperan poder ser padres.
Gabriel creció con el nombre de Patricia hasta los dieciocho años. A esa edad, ante distintos trastornos, decidió tratar con especialistas y estos determinaron que efectivamente era un hombre. A diferencia de Mario, cuyo entorno fue muy comprensivo, en el caso de Gabriel no fue así. Sus padres, con los que no tiene relación desde hace años por este problema, nunca aceptaron su situación. Apenas guarda fotografías de su infancia, es una etapa que pudo empezar a aceptar a los treinta años. Ahora trabaja como psicólogo asesorando a chicos con distintos problemas sobre su identidad sexual.
Luz , a diferencia de Mario y Gabriel, siempre ha tenido clara su identidad sexual. No tiene una ambigüedad genital externa. Su intersexualidad se llama Síndrome de Swyer. Esto significa que tiene el cariotipo masculino XY, en vez del femenino XX. Luz nació sin útero y no puede tener hijos. Tampoco tiene menstruación, estas y otras diferencias hicieron que fueran a los médicos y se pudiera detectar la diferencia de su cariotipo. Luz no quiere dar su nombre real y tampoco quiere que se le reconozca. Admite que para las mujeres esta condición médica es tremendamente dolorosa y no se llega a superar. Esto hace que ninguna quiera reconocer públicamente su intersexualidad aunque su vida sea completamente normal.
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