’21 días’ se sumerge de lleno en el mundo de la feria: en las atracciones, la orquesta, las risas, los gritos… 10.000 familias españolas se ganan la vida como feriantes, un oficio que en el 90% de los casos pasa de padres a hijos. Aún así, en los últimos años la recaudación ha bajado hasta un 70% pero los feriantes no están dispuestos a rendirse. Este sábado, 24 de mayo a las 23:40 h.
Pedrín y su familia viaja con sus atracciones y su casa a cuestas «antes, cuando llegábamos a un pueblo con los camiones, los chiquillos gritaban corriendo ‘¡la feria!, ¡la feria!’. Eso se ha perdido» nos cuenta Cheli, la matriarca. Ella disfruta de su vivienda y de la vida nómada de una forma especial «yo en la caravana, mejor que el piso» comenta, «aquí tienes más intimidad. Y más libertad». Ya veremos como se las apañan con un miembro más en la familia: Adela, que de repente se encuentra viviendo en un espacio bastante más reducido y trabajando de noche y durmiendo de día.
La reportera tendrá que entregarse a la feria por completo. Intentando hacer caja sin descanso y animando para que la gente se suba a sus atracciones. Un feriante trabaja en unas 22 ferias por temporada, de abril a octubre son meses intensos, en los que hay que hacer el máximo de dinero posible para vivir el resto del año y hacer frente a los pagos «siempre estamos metidos con los bancos, con los préstamos» nos dice Cheli, «si esto no se recupera en este año, yo creo que el año que viene va a haber muchísimos feriantes en la calle».
El coste de una atracción de feria suele ser de unos 20.000€, «sobre unos 30.000€» si añadimos iluminación, taquilla, etc, comenta Juan. El gasto y la inversión de un feriante pueden ser elevados, pero en una buena temporada se genera lo suficiente para que pueda subsistir la familia.
Cada día en un pueblo, cada noche en una carretera
La Mundial es una orquesta-espectáculo que recorre cada rincón de España con su show. En un año puede llegar a ofrecer más de 70 conciertos por toda la geografía nacional. Terminan su jornada de madrugada y duermen en la carretera mientras se dirigen hacia el próximo destino para tocar la noche siguiente. A las cuatro de la madrugada dice Víctor, el coreógrafo «Ahora recoge y vete donde te toque tocar mañana. A veces te pillan viajes de 12 horas. Otros días te pillan viajes de dos y vamos más tranquilos». Están tan acostumbrados a vivir viajando que tienen sus especiales trucos para dormir, ir al «baño» o regular sus comidas.
25 euros en un día
Francisco tiene 48 años, y vende almendras y maíz tostado desde que tenía 10, viendo como lo hacía su padre. «Yo cambiaría esto por una cosa que fuera muy grande, porque con esto, gracias a Dios vivo y no dependo de nadie». Es una vida difícil, sin todas las comodidades que pensamos necesitar, pero él parece feliz «Nos acostumbramos a lo que tenemos».
A pesar de lo duro que resulta sacar adelante cada día con la venta directa de productos, «a veces se gana lo justo para salvar los gastos»: el el género, el gas-oil y el espacio que ocupe el puesto de venta ambulante. Cada noche, al terminar la jornada, Francisco se sienta a contar el dinero y los demás a su alrededor callan y observan el reparto. 210€ entre 5 hombres, «sale a 25€» apunta su mujer, «ni el jormal».
Los Feriantes viven prácticamente con lo puesto, sacan su sueldo día a día, para ellos y para sus familias, duermen en caravanas, camiones y autobuses, pero no cambian la libertad que les ofrece su oficio por ninguna otra cosa. En este programa, Adela quiere saber cómo es la vida en la feria y si realmente es tan sacrificada como parece.
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