El paraíso tiene nuevos inquilinos y en esta ocasión vienen con ganas de amor y de guerra. Así de contundente se presenta la tercera entrega del dating show ‘Adán y Eva‘, que Cuatro emitirá el mañana martes 4 de noviembre (22:30h).
El entorno idílico de la isla de Croacia empujará a los nuevos Adán y Eva a mostrarse abiertos al amor, pero las diferencias entre el norte y el sur de España, como una peculiar versión de “Ocho apellidos vascos” en modo playero, saltarán en los momentos menos esperados. Carlos es un hombre sensible y romántico que vive en el sur. Su Eva, Maite, es una chica del norte de armas tomar.
Dos fuertes personalidades que mantendrán un continuo tira y afloja sentimental y para los que las diferencias podrían pesar más que el deseo de encontrar el amor. La batalla que se abre entre ellos cada vez que pretenden mantener una conversación tranquila no lo pondrá nada fácil. Y la llegada de una serpiente de carácter enérgico y atrevido terminará por hacer saltar por los aires la calma idílica del paraíso.
Choque de trenes en el paraíso
Carlos es un fornido exbombero y socorrista de 37 años que vive en Cádiz. Sociable y extrovertido, Carlos es un romántico y admite ser un hombre muy sensible al que le gustan las chicas con personalidad. Desde que cogió algunos kilos reconoce que ha bajado su nivel de exigencia respecto a las mujeres. En el amor, ha tenido numerosos desengaños y ha salido bastante escarmentado de algunas de sus decisiones. Para él, ‘Adán y Eva’ supondrá un punto de inflexión: le hará descubrir si debe seguir siendo un trotamundos sentimental o si sentar la cabeza con una mujer que lo merezca.
Maite es de Bilbao. Muy de Bilbao. Es estilista y bloguera de moda. A sus 36 años todavía no ha tenido mucha suerte en el amor tras varias relaciones largas de ida y vuelta que han terminado por no cuajar. Reconoce que tiene un carácter muy fuerte y que su aplastante sinceridad puede llegar a asustar a los hombres. Sus prejuicios frente a la personalidad de los hombres y las diferencias regionales no son pocos, por lo que desnudarse física y emocionalmente le resultará más que útil para dejar atrás algunas de esas convicciones. A Maite le cuesta mucho mostrar sus verdaderos sentimientos, lo que hace que a veces la tachen de fría o insensible.
Carlos y Maite lo tienen todo para encontrar el amor: un entorno idílico, mucho tiempo libre para conocerse y todas las necesidades domésticas cubiertas… Parece que todo, menos ellos, está dispuesto para la pasión. Y es que Carlos y Maite son muy suyos. A lo largo de su estancia en la isla se acercarán, se alejarán, se dejarán llevar por la calma… Y también por la guerra. Entre tanta hostilidad, un nuevo visitante llega a la isla. Su energía, su vitalidad y ciertas dosis de atrevimiento harán saltar las alarmas en el Jardín del Edén. Cambiarán las tornas, el interés girará de dirección y los celos mostrarán su cara más juguetona. En este punto, todo puede pasar en el paraíso.
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