«Pesadilla en la cocina» se enfrenta a un restaurante cuyo dueño aprendió a cocinar viendo Ratatouille

Un dueño superado por la derrota para el que la comida fresca no es necesaria

Pesadilla en la cocina intenta, este jueves en laSexta, salvar un peculiar restaurante de comida americana: El Parador de Villa. Alberto Chicote se enfrenta a un dueño sin formación, demasiado cuadriculado y que aprendió a cocinar viendo la película Ratatouille tres veces. Un local que ha perdido el carácter, la calidad y, sobre todo, el ánimo para seguir adelante. Favorecido por un entorno joven, dinámico y eminentemente universitario, El Parador de Villa está ubicado en Villaviciosa de Odón (Madrid) y a pesar de haberse inaugurado hace varios años como un novedoso restaurante americano, ha acabado resultando un estrepitoso fracaso. El número de clientes habituales no pasan de diez y el resto de la gente que recala en el lugar jamás regresa.

Parte del problema reside en su propio dueño, Luismi, un cocinero sin formación que admite haber aprendido su oficio a base de ver la película Ratatouille. A él se le suma un despistado camarero de barra que poco sabe de hostelería y un camarero de sala más pendiente de las faldas que de las comandas. Procedente de una cadena de comida americana y tras años de gestión del negocio, Luismi decidió hace un tiempo abrir su propio negocio, incorporando los métodos de su antiguo trabajo al local al que quería darle un carácter propio e innovador. Sin embargo, su meticulosidad en ciertas tareas terminaron por chocar con su desidia ante otras, que a la postre resultaban ser igual o incluso más importantes. Para Luismi, la rapidez en el servicio es básica. Y, para ello, no duda en servir comida precocinada y una calidad más que insuficiente con tal de que el plato llegue a la mesa a velocidad de vértigo. Alberto Chicote será testigo de esa obsesión por la velocidad desde el primer momento, cuando en menos de dos minutos recibe el primer plato de su prueba de menú. El resto de platos no son menos: llegan sin demora a la mesa pero ofrecen una calidad deplorable.

Un dueño superado por la derrota para el que la comida fresca no es necesaria

Alberto Chicote tendrá que enfrentarse a una cocina sin liderazgo, sin productos frescos y con un carácter completamente perdido. Ni si quiera la propia esposa de Luismi sabe ya dónde está el error. Ella está convencida de que si su marido vuelve a ser el que fuera, el restaurante tiene futuro. Pero sola no puede. Necesita del empuje de quienes trabajan diariamente en El Parador de Villa y, está convencida, de la ayuda de Alberto Chicote.

El chef, tras enseñar al cocinero algunas nociones básicas de cocina para renovar una carta antigua y mal pensada, descubre que Luismi ha sido superado por su propia derrota. No ve por ningún sitio el dinamismo que su mujer afirma que una vez tuvo. Ni detecta signo alguno de vitalidad en un restaurante que sólo parece tener una solución: comenzar de cero. Nada de reaperturas ni de renovaciones parciales. La versión que sus dueños quieren de El Parador de Villa no funciona. Es necesario ir más allá y cambiar por completo.

Pesadilla en la cocina y Alberto Chicote darán el mayor giro a un restaurante de la temporada para convertirlo en un concepto completamente distinto y a medida de sus verdaderos clientes potenciales: los jóvenes universitarios de la zona y quienes desean comer y cenar en un entorno agradable y con carácter. Una nueva oferta que si Luismi es capaz de incorporar como propia, hará las delicias de todo el que pase por la puerta.

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