‘Pesadilla en la cocina’ cruza el Atlántico para salvar un restaurante internacional en Miami

Alberto Chicote, por primera vez ante una idiosincrasia completamente diferente.

Para Pesadilla en la cocina no importa la distancia. Si un restaurante está en apuros, Alberto Chicote hará lo imposible para intentar sacarlo del pozo. Este lunes, 17 de marzo a partir de las 22:30h en laSexta, el chef viaja a Estados Unidos.

Por primera vez Chicote hace las maletas para asumir un reto insólito y novedoso en la historia del programa: cruzar el Atlántico para atender la llamada de socorro de un restaurante en Miami, el Sip. Un local latino de comida internacional con una singular historia a sus espaldas: el Sip está regentado por un matrimonio de balseros que escapó de Cuba hace más de diez años y por una pareja de ex policías con altas pretensiones para su local. Además, el restaurante esconde un problema al que jamás se había enfrentado Alberto Chicote, un restaurante sin cocina.

Ubicado en una zona privilegiada de la séptima ciudad más grande de USA, Miami, el Sip es un restaurante regentado por cuatro socios de origen cubano que nunca antes habían trabajado en el negocio hostelero y para quienes su aventura gastronómica suponía la culminación de toda una vida de sudor, riesgo, esfuerzo y duro trabajo. Sobre todo para Marelys, enfermera de profesión y balsera huida de Cuba, y para Eddie, amigo de ésta y ambicioso ex policía, ambos cabezas visibles del restaurante con intensas historias a sus espaldas.

La de Marelys, una estremecedora historia de superación protagonizada por ella y su marido, que después de 16 duros intentos consiguió escapar de su país para vivir el “sueño americano”. Pusieron en peligro sus vidas y las de sus hijos, vivieron largos días de espera y separación en sus conatos de huida e incluso sufrieron la soledad de la cárcel. Y la de Eddie, un ambicioso ex policía que tras años de sacrificio en una peligrosa profesión decidió abrir, con demasiadas pretensiones, un restaurante propio para disfrutar sin esfuerzo del resto de su vida.

Ahora ese sueño americano se está resquebrajando por la absoluta ignorancia de los dueños en hostelería, la falta de mando y un problema ante el que Alberto Chicote se queda sin palabras: el restaurante no tiene cocina. La única fuente de calor que tienen para preparar la comida caliente son hornillos portátiles similares a los camping-gas.

Como consecuencia, el restaurante se llena de humo constantemente, la comida sale con retraso en la mayoría de los servicios y el descontrol entre la chef y el ayudante de cocina es total, ya que ella ha tomado la determinación de preparar tan sólo los platos fríos en otra sala y dejar que su ayudante se encargue de los platos de elaboración más complicada en la “cocina”. Además, el calor que se acumula en esta cocina debido a la falta de extracción de humos es intolerable y peligroso.

Tras hacer la primera degustación e inspección del local Alberto Chicote descubre que Eddie gastó una enorme cantidad de dinero en decorar el local y conseguir la licencia para vender alcohol pero olvidó la más importante: conseguir la licencia para tener una cocina. Su obsesión por abrir el local lo antes posible lo llevó a solucionar el problema colocando hornillos portátiles en una habitación sin ventanas y llamar a eso “cocina”. A partir de ese momento, el lugar en el que los cuatro socios habían puesto todas sus esperanzas comenzó a desmoronarse.

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