Luisa Martín: «Lo mío es rebeldía pura»

En estos días y con motivo del estreno de la nueva temporada de Gran Reserva Luisa Martín (Dolores en Frágiles) ha concedido una entrevista a Teleprograma. En ella, aunque no habla de Frágiles, cuenta  muchas cosas curiosas.

Ha vuelto a ponerse el uniforme de la agente Ortega, que investiga las intrigas y luchas de los Reverte y los Cortázar, en Gran Reserva, y acaba de subir a un escenario con la obra El show de Kafka, a las órdenes de Juan Carlos Pérez de la Fuente.

Ya decía tu padre que eras una cómica…
A los 4 años [tiene 52] me dedicó una foto en la que me ponía: “A mi cómica hija María Luisa. Tienes madera de actriz, aunque no sé si eso será bueno para ti”. ¡A mi padre le encantaba el teatro!

¿Te influyó para que estudiaras Arte Dramático?
Teníamos una bombonería que fundaron mis abuelos en el barrio de Salamanca, de Madrid, en 1932, así que no había antecedentes en la interpretación. A mi madre no le hacía gracia porque no estaba bien visto, pero tengo que agradecer al director del instituto que hablara con mi familia y, sí, fue mi padre quien me alentó a estudiar. Tenía 
17 años cuando ingresé en la Escuela de Madrid.

¿Qué recuerdos tienes de los años ochenta?
Fue una época apasionante y yo me metía en todo. Había colas para los locales de moda de la Movida y te dejaban entrar o no, según fueras vestida. Yo era capaz de ponerme un neumático en la cabeza a modo de boina (risas). Incluso aprendí catalán para cantar con el mechero encendido en los conciertos de Lluis Llach y de Raimon. Lo mío ha sido rebeldía pura y dura.

El personaje de Chirla en ¿Quién da la vez? te hizo popular. ¿Eras tan macarrilla como ella?
Macarra no he sido nunca, pero sí muy curiosa y, si tengo que hacer ese papel, me remango y lo hago.

La Juani era una mujer humilde y luchadora. ¿Con ella sí tenías algo en común ?
Era un papel precioso, que reivindicaba a las empleadas de hogar y a las amas de casa. Estaba inspirado en varias personas, una de ellas, mi madre. El tiempo no ha hecho mella en la serie Médico de familia porque estaba dirigida por gente de gran talento. Fue la primera en promocionar Médicos sin Fronteras y en hablar sobre la emigración y las minas antipersona.

Colaboras con esa ONG…
Me ha servido para reubicar mi orden de prioridades en la vida. En África, además, conocí a mi marido, Albert Bori.

Has hecho muchos papeles de cocinera. ¿Te gusta?
¡Mucho! Aprendí en casa, donde se cocinaba maravillosamente bien y de Lily Mort, noruega y madre de un noviete que tuve en la adolescencia y que me enseñó buena repostería. 
A los chicos mayores [dos hijos de su marido] y a Bruno [que tiene 9 años] les hago lo que les gusta, aunque solo si me hacen la pelota (risas). Además, me interesa la nutrición desde que hice un curso cuando estaba embarazada.

¿Trabajando en Gran Reserva has aprendido algo de vinos?
Aprendí mucho de vinos durante la gira de la obra El verdugo, con Juan Echanove, que es un sibarita, pero apenas bebo porque tengo intolerancia al alcohol y me sienta fatal.

¿Qué otras aficiones tienes?
Heredé de mi padre la pasión por la pintura. Hago acuarelas –mi estilo es figurativo–, no me pierdo una exposición, compro cuadros y los regalo.

TEST CAFETERO
¿Eres cafetera? Prefiero el té.
Lo tomarías con… Me gustaría reunir a Greta Garbo, Ava Gardner Katharine Hepburn, Bette Davis, Concha Velasco 
y María Jesús Valdés, para que hablaran de sus cosas. Y yo allí, escuchando.
Año nuevo, cafelito y… Optimismo. Hay que sonreír y contagiar a los demás.

Fuente

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